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CARTA A UN PASTOR

Veracruz, 8 de mayo de 1981

Ev. Armando Rodríguez
El Paso, Texas.

Estimado hermano:
Es mi deseo que estés bien, al igual que Ruth, las niñas y demás hermanos en ésa. Nosotros bien, gracias a Dios.
Recibí tu carta y te pido que me dispenses por la demora en contestarte. Te agradezco la confianza que pones en mí al contarme tus preocupaciones y pedirme consejo. No estoy tan capacitado como tú supones para aconsejar, pero está escrito: “Al que te pidiere, dale”; así que no debemos negar lo que se nos pida, aunque sea un consejo.
Lo más importante para llegar a ser un buen pastor es sentir un profundo deseo de pastorear bien en todos los casos, y pedir diariamente la dirección de Dios, en oración, para lograrlo.
Muchas veces hemos soñado con un lindo rebaño, de blancas ovejas mansitas, pero la realidad nos ha demostrado que, al igual que en los animales, en el aspecto espiritual hay ovejas saludables, pero las hay paridas, perniquebradas y enfermas; las hay dóciles, pero las hay jíbaras y hasta embestidoras; las hay hermosas y las hay raquíticas. Sin embargo, el pastor que se siente pastor, las ama a todas y no se cansa de luchar por ellas.
Es cierto, como te dicen, que nadie puede dar más de lo que tiene, y por tanto a nadie se le debe exigir más de lo que puede dar; pero es cierto también que a quien no tenga capacidad para cumplir con grandes responsabilidades, no se le debe confiar más que responsabilidades pequeñas. Cuando no se tiene esto en cuenta, da por resultado que a algunos hermanos haya que exigirles lo que no pueden dar. A todas las misioneras hay que exigirles que se comporten como misioneras, pero ¿qué si algunas no tienen la mentalidad o sentimientos propios de una verdadera misionera, pero aun así se les ha vestido con esa dignidad? Tal vez en eso todos tengamos un poquito de culpa, y ojalá llegue el momento en que lo podamos comprender.
Tal vez te estoy diciendo cosas que no entiendes, pero son cosas que siento y me has dado la oportunidad de exteriorizar. De todos modos te aconsejo que tengas paciencia y pidas a Dios que te dé además templanza para no ir a ningún extremo, pues es bueno tener el corazón blando, pero no flojo; y es bueno tener el corazón recto, pero no rígido. En todo caso lo aconsejable es tener una actitud lo más estable que se pueda, tolerando aquellas cosas que no sean pecado, ni perjudiquen a la obra de Dios. ¡Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia!
En cuanto al material que te envié, nada debes. Saludos a tu familia y demás hermanos. Sofía y demás aquí están bien. Te aprecia tu hermano en Cristo,

Ob. B. Luis